
“Un mito griego cuenta que en su transcurso diario por el cielo en su carro dorado, Febo (Apolo, el dios Sol) llegó a enamorar a la joven Clythie, que lo observaba embelesada desde la Tierra. Al no ser correspondida, Clythie decidió “plantarse” en la tierra y seguir a Febo. Tanto se tomó en serio el trabajo que al cabo de un tiempo de seguir al sol con su mirada, su cuerpo comenzó a transformarse, sus pies echaron raíces hasta que se convirtió en un girasol”.
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